El Internet de las cosas aplicado a la medición de eventos

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Cuando escuché por primera vez el término IOT (Internet Of Things), me emocionó de una forma especial. Estas palabras resonaron inmediatamente conmigo y me parecieron naturales. Los seres humanos hacemos las cosas a nuestra imagen y semejanza, creamos emulando lo que conocemos y, para ello, innovamos y transgredimos.

Desde que nacemos, estamos rodeados de cosas. Y la cantidad y, sobre todo, la calidad de esas cosas que tenemos las personas, comunidades o países, nos condicionan y mejoran nuestra calidad de vida. Con la llegada de internet, y desde que existe la posibilidad de dotar a “las cosas” de un cierto grado de inteligencia, la importancia y utilidad de los objetos se ha disparado. Ahora podemos comunicarnos con ellos, recibir información valiosa y tener mayor control para tomar decisiones.

Los seres humanos tomamos decisiones vitales de forma automatizada con los datos que nos proporcionan los sensores que tenemos en todo nuestro cuerpo. Este sistema nos mantiene vivos y nos previene, entre otras cosas, de posibles peligros. El internet de las cosas es una extensión lógica creada por el hombre para ampliar esta red.

Pero ¿qué es el Internet de las cosas?

El Internet de las cosas es el universo de objetos y/o dispositivos equipados con sensores, software y otras tecnologías que permiten transmitir y recibir datos desde y hacia otras “cosas”. Fascinante, ¿verdad? 

Las aplicaciones de esta tecnología son infinitas y van desde, por ejemplo, la seguridad y control del hogar, la geolocalización o zapatillas deportivas inteligentes, hasta sensores que avisan a los millennial de la temperatura, humedad, estado del suelo o luz solar para velar por la salud de sus plantas, entre otras muchas aplicaciones. 

Esta tecnología nos permite estar informados y, en consecuencia, tomar decisiones que nos ayuden a mejorar procesos. Además, es aplicable a casi todo lo que conocemos.

¿Y qué tiene que ver esto con los eventos corporativos?

Estaréis de acuerdo conmigo en que, los que nos dedicamos a diseñar eventos, tenemos la responsabilidad de cumplir con el objetivo principal de impactar de forma especial a cada uno de los asistentes, además  de los objetivos específicos de cada evento. La pregunta es: ¿cómo podemos estar seguros de que hemos cumplido dichos objetivos?

La medición y obtención de datos en el mundo de los eventos lleva muchos años conformándose con una encuesta al final del evento, con unos porcentajes de respuestas bajos y poco fiables. Está demostrado que los seres humanos no solemos decir la verdad cuando respondemos encuestas. Por esta razón es más fiable medir nuestro comportamiento y no lo que decimos.

Es aquí donde la tecnología y el IOF se presentan como una herramienta súper potente para estudiar los comportamientos de nuestros invitados y conocer el impacto que nuestro evento ha tenido sobre ellos.

Y ¿cómo medimos el comportamiento en un evento? ¿Cómo podemos saber el impacto del evento que hemos diseñado? Por ejemplo, si nos imaginamos un evento como un cuerpo humano, podríamos utilizar los sensores de cada invitado para conocer lo que está pasando en el evento en tiempo real.

¿Qué sensores podemos utilizar? 

Podemos empezar por los wearables (tecnología ponible o vestible como los relojes inteligentes, pulseras o bambas con sensores, etc.), dispositivos electrónicos inteligentes incorporados a la vestimenta o accesorios que pueden actuar como extensión del cuerpo o mente del usuario.

Estos wearables nos pueden servir para obtener información básica en tiempo real del comportamiento de los asistentes como, por ejemplo, qué corner o stand es el más visitado, cuál es el workflow natural de los invitados o el control del aforo y la retención del evento.

Pero también nos permite interactuar con los asistentes utilizando los Beacons (dispositivos IOT que se comunican con los móviles), mostrando mensajes personalizados y midiendo la interacción del usuario con, por ejemplo, el córner de una marca o la demostración de un nuevo producto.

Pero esto puede ir incluso más allá, podemos también utilizar los datos que estamos obteniendo en el evento para modificarlo en tiempo real. El ejemplo más básico podría ser mejorar o reconducir el speech comercial o formativo del speaker gracias a las respuestas en tiempo real de los oyentes. También podríamos variar los colores de las luces del escenario principal o el tipo y/o volumen de la música según el mood de los invitados. 

Medir las pulsaciones de los invitados o utilizar tecnologías de reconocimiento facial para definir el pico de máxima emoción del evento son algunas de las cosas que empezaremos a ver en este sector. Las posibilidades son infinitas cuando mezclamos estrategía, innovación y creatividad.

En definitiva, se trata de utilizar los datos proporcionados por los sensores de los objetos que llevan los asistentes para mejorar la experiencia en tiempo real y medir los resultados del evento con mayor veracidad.

El Internet de las cosas está en pleno crecimiento y el reto está en su combinación con el Big Data y la Inteligencia Artificial.

Y tú, ¿cómo aplicarías el Internet de las cosas en tu evento?

 

María Lina Garmendia 
CEO Limón y Menta – Eventos inteligentes

 

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